La nulidad. Monotonía atonal. El pozo de silencio más hondo que de costumbre. Inercia en el movimiento oscilatorio del tímpano. El zumbido. Las mareas mentales, antes vigorosas tormentas del océano, ahora como agua para el mate de madrugada. El mate de madrugada que no puede ser sin intérprete. Los órganos sensoriales emiten transmisiones vanas al cerebro. Está el objeto, está la palabra, pero la idea se fue. No hay concepto en la imagen acústica. Todos los sentidos en juego y en ningún lado está el sentido. La rendición. El movimiento es mecánico y se hace inconciente. Se combina con la respiración y el pulso cardíaco. Van disminuyendo poco a poco. Se hacen inaudibles, imperceptibles e inexistentes. La muerte.
jueves, 29 de marzo de 2007
viernes, 16 de marzo de 2007
Mujer
Todo crece en vos. El calor apropiado, la humedad perfecta, la noche justa. Siempre tan linda, sonriendo y contrastando con el mundo. Enteramente suave, como si nadie llegara realmente a tocarte y los dedos se detuvieran un milímetro antes, acariciando el aire. Un aire fresco que envuelve todo tu cuerpo, más allá de la piel, y protege lo que llevas dentro: tu mundo interior, tu valle fértil.
continuará, muy tal vez, algún día
domingo, 4 de marzo de 2007
En mis zapatos
Tirame una frase, una cualquiera. Tirala de punta y al pecho. Un pedacito tuyo, así sea un hijito o un escupitajo. La voy a poner al principio de mi texto y después voy a hacer como que hablo de ella, mientras hablo de vos.
“Molesta como piedrita en el zapato. La libertad es como llegar a casa y sacarme los zapatos. Libero primero el talón y con el pie hago volar el zapato por el aire, hasta que golpea la pared y cae en la otra punta del cuarto. ¡Qué placer! Pero algo anda mal. No puedo llegar a casa y hacer eso, es impresentable. Voy a buscar un zapato, luego el otro. Tiene una piedrita adentro. No, no es piedrita, es una canica. Cuando creía que era piedrita no me gustaba, pero ahora que es canica, sí. Las canicas no se patean. Si encontrás una en la calle, la levantás y pensás que tenés suerte... y que es muy linda. Pero ahora que la miro bien, sí es piedrita. Una muy redonda. Ahora me molesta de nuevo, no sé dónde ponerla. No la puedo tirar por la ventana, mirá si le pego a alguien, es un 6° piso... Bueno, la guardo en el zapato.”
Solo necesito una excusa para hacerme la inspirada. Un disfraz. Un primer paso para sacarme la criatura de adentro. Para vomitarla y mirarla a los ojos. Reconocerla, escribirla, matarla. Hice un cuadrito con ella y lo colgué en el living. Te muestro el cuadrito. Decís que el marco no te gusta, pero que como lo de adentro tampoco, le queda muy bien. Qué mal que no te guste, vos a mí sí.
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